La hipertensión en el embarazo puede causar problemas graves a la madre y al feto. Por ese motivo es tan importante controlar la tensión durante toda la gestación.
Se habla de hipertensión cuando la presión arterial está alta (igual o superior de 140/90). El médico durante el embarazo en lo que más se fijará será en si el valor mínimo (tensión diastólica) es igual o superior de 90 mm Hg. Ya que este valor está relacionado con la capacidad de la placenta para alimentar al feto.
En el embarazo se distinguen diferentes tipos de hipertensión:
Hipertensión crónica o pregestacional
En este caso la hipertensión no es producida por el embarazo, ya que la mujer era hipertensa antes de quedar embarazada. El médico adaptará el tratamiento que ya toma la futura mamá a su nuevo estado.
Si eres hipertensa y estás planeando un embarazo acude al médico, para empezar a controlar y tratar lo antes posible.
Hipertensión inducida por el embarazo
Aparece después de las 20 semanas de gestación. En embarazos múltiples podría aparecer desde las 16 semanas.
La hipertensión durante la gestación se produce por un problema en la placentación. Si el proceso de anclaje de la placenta al útero (sobre los cuatro meses) no se hace adecuadamente la tensión subirá y habrá que tratar con medicación inmediatamente ya que puede ser muy peligroso, a causa de la pérdida de albúmina, proteínas que contiene la sangre, por la orina. (proteinuria)
Al perder estás proteínas es normal que el cuerpo se te hinche, ya que retendrás líquido y se te formarán edemas.
Consecuencias y complicaciones de la hipertensión en el embarazo:
- Una de las consecuencias más importantes es que el bebé no podrá alimentarse adecuadamente.
- Habrá que vigilar el crecimiento del feto a través de ecografías, para valorar si existe retraso de crecimiento intrauterino. En caso de que el médico lo considere necesario habrá que inducir el parto, para poder alimentar al bebé correctamente.
- Cuando no se puede controlar la tensión hay que provocar el parto, aunque el bebé sea prematuro.
- Mayor riesgo de desprendimiento de placenta.
- Mayor riesgo de Sufrimiento fetal antes y durante el parto. En estos casos se requiere ingreso, tratamiento y provocar el parto si es necesario, en el cual habrá mucha vigilancia por si sube la presión.
- Pueden aparecer problemas en el riñón (pérdida de proteínas a través de la orina) o el hígado (Síndrome Hellp: el hígado se ve afectado por la bajada de plaquetas y se altera la coagulación).
¿Cómo se trata la hipertensión en el embarazo?
El médico tendrá en cuenta el tiempo de embarazo, la gravedad de la hipertensión y la respuesta a la medicación.
Si en los controles de embarazo la tensión arterial diastólica es igual o superior a 90 mm Hg, se te harán las pruebas necesarias (análisis de sangre y orina y ecografía con dopler) para comprobar que todo va bien tanto para ti como para el bebé y poder poner un tratamiento.
Si tienes la tensión diastólica de 90mm es posible que tu médico te mande reposo y más controles durante todo el embarazo. Si es necesario te recetarán un medicamento. Pero si a pesar de lo anterior, la tensión continua subiendo (100mm) y aparecen edemas, te recomendarán ingreso, para reposo, mayores controles y pruebas (ecografías, análisis, Registro cardiotocográfico). Lo importante es que el tiempo de embarazo se prolongue lo más posible, pero si aparecen señales de que el feto no crece se provocará el parto. Sólo en casos muy graves se puede indicar cesárea ya que tiene más riesgos que el parto vaginal. Si durante el parto, el cuadro de hiperetensión se agrava, no dilatas o el bebé corre riesgos, también se hará cesárea.
En las horas posteriores al postparto (24/48) se hará vigilancia ya que en algunos casos la hipertensión puede complicarse y llegar a tener convulsiones, eclampsia.
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